Entrevista con Armando Acosta Báez, director de Código Rojo Veracruz
Por: Rafael Pérez

Armando Acosta Báez es el fundador y director de Código Rojo Veracruz, un portal de noticias que ha ganado notoriedad tanto por su cobertura en nota roja como por su profunda vocación social. Aunque su formación académica es en medicina veterinaria, su trayectoria lo ha llevado a convertirse en una de las voces activas del periodismo ciudadano en el estado.
La historia de Armando no comenzó con el periodismo. Estudió Medicina Veterinaria en la UNAM y más adelante complementó su formación en la Universidad Abraham Lincoln. Aunque su carrera académica parecía seguir otro rumbo, su vida dio un giro cuando se vio involucrado en medios de comunicación. Lo que parecía una desviación, se convirtió en su verdadero camino: profesionalizarse en el oficio de informar desde un enfoque humano y cercano.
El nacimiento de Código Rojo Veracruz tuvo un origen claro: hacer las cosas diferente. Cansado de los enfoques distantes o sensacionalistas, Armando quiso construir un medio que informara con responsabilidad, pero también con compromiso social. Desde el principio, el objetivo fue claro: estar donde muchos no llegan, contar la verdad y ayudar, incluso a quienes no conoce personalmente.
Con ese espíritu, la misión de su portal va más allá del hecho noticioso. Código Rojo no solo difunde información: construye vínculos, gestiona apoyos y se convierte en herramienta solidaria. Su carácter informativo está presente, pero el enfoque humano es el que da identidad al proyecto. Para él, hacer periodismo es también estar dispuesto a actuar.
A lo largo de los años, uno de los aportes más sólidos del medio ha sido mantener a la población informada de forma objetiva. Ya se trate de un accidente, una emergencia, una situación de riesgo, la prioridad ha sido siempre la veracidad. En tiempos donde la desinformación puede costar vidas, la puntualidad en los datos se vuelve vital.
Para lograrlo, Armando estableció una línea editorial muy clara. La “línea roja”, como él la llama, representa el límite ético que no se puede cruzar. En la nota roja, ese límite es crucial para evitar exponer a terceros o poner en riesgo al equipo. Amenazas han existido, sí, pero también la determinación de actuar con responsabilidad.
Uno de los sellos más distintivos del medio es su labor solidaria. Código Rojo no solo informa, también organiza cenas navideñas, recolecta víveres, ropa y apoyo para familias en situación vulnerable. Sus seguidores son quienes lo hacen posible: aportan desde café hasta zapatos, y juntos logran asistir a quienes más lo necesitan, especialmente en hospitales y comunidades rurales.

En medio de esa labor, hay momentos que marcan de por vida. Armando recuerda especialmente aquel día, con apenas quince años, cuando salvó a un joven que se ahogaba en la playa Río del Mar. Esa experiencia le despertó un compromiso profundo: la certeza de que, si se puede ayudar, se debe ayudar. Y así comenzó un camino de muchas historias más.
La respuesta del público ha sido reveladora. Cuando el medio fue injustamente señalado, miles de personas salieron a apoyarlo. Esa experiencia dejó claro que Código Rojo sí ha llenado un vacío que otros medios han dejado. Su cercanía, su constancia y su sinceridad generaron una comunidad fiel que defiende su labor.
La conexión con la comunidad es, sin duda, uno de los pilares del medio. Todos los días recibe llamadas, peticiones, solicitudes de ayuda. Y aunque muchas veces el apoyo se brinda sin recursos, es la red de amistades, de confianza, lo que realmente mueve los resultados. Para muchos, saber que alguien los escucha ya es suficiente.
Este 2025, Código Rojo da un nuevo paso como empresa formalmente constituida. Con convenios institucionales y presencia legal, se prepara para abrir oficinas en Xalapa y Córdoba. Más allá de expandirse, su meta es clara: brindar oportunidades a jóvenes egresados para que hagan servicio social, prácticas o comiencen una carrera comprometida con su entorno.
Armando ve en la juventud una oportunidad invaluable. Desea formar no solo periodistas, sino personas con vocación. Su objetivo es que comprendan que el periodismo no es solo reportar, sino también involucrarse, generar cambios, sembrar esperanza. Una generación nueva, con más empatía, es parte del futuro que quiere construir.
No todo ha sido fácil. Desde sus inicios, enfrentó burlas y desprecio por no ser “periodista de carrera”. Pero el trabajo constante fue más elocuente que cualquier título. Con el tiempo, aquellos que lo subestimaban comenzaron a verlo con respeto. Y es que el impacto de su labor se ha hecho visible en múltiples niveles.
Entre todas las anécdotas que podría contar, hay una constante: la capacidad de influir para bien. Ya sea evitando un suicidio, rescatando a una persona o simplemente acompañando con información precisa, Armando ha comprobado que un mensaje oportuno puede cambiar un destino. Y eso, para él, vale más que cualquier reconocimiento.
Más allá de sus acciones, lo que define a Armando es su visión ética. Cree firmemente en la empatía, en la justicia y en la voluntad. Su premisa es clara: si puedes ayudar, tienes que hacerlo. Código Rojo, entonces, es su forma de traducir esa ética en acciones. Un medio que escucha, que actúa y que busca hacer el bien desde el periodismo.
Si pudiera hablarle a todo Veracruz, a jóvenes que sueñan con cambiar su entorno desde cualquier vocación, les diría simplemente: nunca se rindan. Habrá burlas, obstáculos, caídas, pero también habrá logros. El camino de Código Rojo comenzó con rechazos y hoy es una marca respetada. Porque, como él mismo dice, a veces los amigos valen más que el dinero.