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El arte de sentir en gris: la historia de José Galicia (torna gris)

Por María José Moro

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En Instagram se le conoce como @tornagris. Tiene miles de seguidores, pero no presume cifras. Lo suyo no es la popularidad, sino la honestidad. José Galicia, el creador detrás del personaje, se ha convertido en una voz sensible y cercana que sabe ponerle nombre a lo que a muchos les cuesta sentir. Y eso no es poca cosa.

Nacido en la Ciudad de México, José nunca pensó en convertirse en artista o escritor viral. Pero lo cierto es que siempre lo fue. Desde niño disfrutaba contar historias. Sin querer, fue entrenando su sensibilidad para observar el mundo. Lo que antes guardaba para sí, hoy lo comparte en viñetas cargadas de nostalgia, ternura y verdad.

“Torna Gris” no nació un día específico. Fue más bien una evolución. José siente que el proyecto es una parte natural de él, algo que ha estado ahí siempre. “No es que le haya puesto fecha de inicio”, dice, “simplemente un día le di nombre a lo que ya venía haciendo desde siempre”. Así, sin planearlo, surgió todo.

El 98% de lo que escribe, asegura, nace desde la emoción. Más que una búsqueda estética, su arte es una necesidad vital. José no se considera alguien que pueda explicar fácilmente cómo se siente. Por eso escribe: para entenderse, para traducirse, para descubrir en el proceso lo que a veces ni él sabe que está sintiendo.

Antes de cada viñeta, hay un pequeño ritual: escribir en su cuaderno. Ahí, entre bocetos y frases, comienza a aflorar la verdad emocional del día. A veces es caos, a veces claridad. Pero siempre es honesto. Y, sin querer, sus textos terminan siendo un espejo para quienes lo leen, un lugar donde sentirse acompañados.

Lo que busca transmitir es simple, pero poderoso: “no estás solo”. Su intención no es dar consejos, sino mostrar que hay alguien más sintiendo lo mismo que tú. Una viñeta puede no cambiar una vida, pero puede hacer más llevadero el día. Y en tiempos difíciles, eso ya es un regalo inmenso.

El no elige temas, el vive y lo que vive, lo transforma. No planifica lo que va a escribir. Prefiere dejar que las ideas salgan frescas, desde la vivencia del momento. “Si me pongo a pensar demasiado, me bloqueo”, confiesa. Por eso sus textos nacen casi siempre de lo cotidiano: un café, una conversación, un recuerdo.

Su proceso creativo es un acto de disciplina emocional. Tiene horarios para sentarse a escribir, aunque no tenga idea de qué decir. La clave, dice, está en estar presente. “Puedo estar tres horas frente a la hoja, pero algo tiene que salir”. Y si es bueno o malo, no importa: lo publica igual, porque es verdad.

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Sus seguidores se conectan con su honestidad. No es extraño que muchos le escriban diciendo que sus palabras les ayudaron a sanar. Eso, lejos de inflarle el ego, le generó ansiedad durante un tiempo. Se sintió responsable por lo que compartía. Temía que algún mensaje pudiera afectar a alguien más en un momento vulnerable.

Esa responsabilidad, con el tiempo, se transformó en agradecimiento. Hoy, José se siente más sereno. Entiende que no puede controlar cómo otros reciben lo que escribe, pero sí puede seguir siendo auténtico. “Estoy aquí para quien me necesite”, dice. Y lo demuestra cada día con su presencia constante en redes, sin pretensiones.

Una de sus obsesiones creativas es el amor. No el amor idealizado, sino el cotidiano: tomarse de la mano, enviarse un audio, decir “te quiero” sin adornos. Cree que incluso en tiempos digitales, el amor sigue siendo de las cosas más hermosas. Y por eso le escribe. Porque lo necesita, y sabe que otros también.

Habla con cariño de sus etapas de corazón roto. No porque las extrañe, sino porque de ahí han salido sus textos más virales. El desamor, reconoce, conecta fácil. Pero también celebra estar en paz, aunque eso signifique que sus seguidores no recibirán frases tristes… al menos por ahora. “Afortunadamente ya hace rato que no me rompen el corazón”.

Como lector, José ha pasado por muchas etapas: desde Jodorowsky en la adolescencia hasta Kafka, Shakespeare y Dostoyevski en la universidad. Su carrera en literatura en la UNAM lo marcó profundamente. Hoy no tiene ídolos, pero sí una enorme curiosidad por todo. Le inspira el cine, la música, los documentales… todo lo que le haga sentir.

El nombre Torna Gris lo representa completamente. Al principio, era solo una idea. Ahora, es una extensión de él. “Este personaje me consumió, pero en el mejor sentido”, dice. Lo ayudó a transformarse en alguien que le gusta ser. Y aunque sigue cargando dudas, prefiere esta versión de sí mismo, con todo y sus fracasos.

Equilibrar su vida personal con su trabajo artístico ha sido difícil. Ha sacrificado fiestas, relaciones y momentos importantes por seguir este camino. Y aunque aún no logra encontrar un balance perfecto, lo intenta cada día. “Hubo años donde dejé todo”, confiesa. Ahora busca con más calma ese espacio entre crear y vivir.

A quienes sienten que no encajan, les dice que no se preocupen. “Todo llega”, repite como mantra. A veces nos tardamos más, a veces nos equivocamos de camino muchas veces antes de encontrar el propio. Pero vale la pena seguir buscándolo, “así que coman enchiladas y escuchen música”, dijo.

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