La caída del encanto: Disney y su pérdida de magia cinematográfica
Por: Frida Díaz
Durante mucho tiempo, Disney fue una fábrica de sueños. Sus películas marcaron la infancia de millones con historias que mezclaban emoción, música y enseñanzas inolvidables. Sin embargo, en los últimos años, parece que esa esencia se ha ido perdiendo poco a poco entre remakes innecesarios y decisiones más comerciales que creativas. Las nuevas producciones ya no generan el mismo impacto. En lugar de ofrecer historias originales y personajes memorables, Disney ha recurrido a revivir viejos éxitos con efectos más realistas pero con menos alma. Ejemplos como El Rey León(2019), La Sirenita (2023) o Pinocho (2022) muestran cómo la compañía apuesta por la nostalgia sin arriesgar en nuevas ideas. Incluso Pixar, con Lightyear, o Marvel, con Ant-Man and the Wasp: Quantumania, han evidenciado una pérdida de fuerza narrativa. Lo mismo ocurre con Star Wars: The Rise of Skywalker, que cerró su saga con más confusión que emoción.

A esto se suma el intento constante de “corregir” todo para no ofender a nadie. En su esfuerzo por ser políticamente correcto, Disney ha caído en historias forzadas y mensajes demasiado obvios, perdiendo la naturalidad que antes hacía que sus películas fueran sinceras y entrañables. Este fenómeno está estrechamente ligado a los eventos sociales contemporáneos, donde la presión por representar todas las identidades y evitar polémicas ha modificado la forma de narrar. Aunque es positivo que existan más voces y representaciones diversas, la preocupación excesiva por cumplir con expectativas sociales ha llevado a que muchas historias se sientan poco auténticas o carentes de emoción genuina.
La plataforma Disney+ también ha contribuido al desgaste. La cantidad de estrenos mensuales ha reducido el valor de cada producción: ya no se siente emoción por un nuevo lanzamiento, sino saturación. Lo que antes era un evento cinematográfico ahora se percibe como otro título más en una lista interminable. Películas como Soul (2020) o Luca(2021) podrían haber sido experiencias únicas en el cine, pero su estreno digital las volvió parte de la rutina del streaming. Este cambio también refleja cómo los hábitos sociales de consumo de entretenimiento han transformado la manera en que se vive el cine: ya no se espera, se “consume” rápidamente y se pasa al siguiente.

Disney parece haber olvidado que la magia no depende de los efectos visuales ni de cumplir con estándares externos, sino de contar buenas historias. Si no vuelve a apostar por la creatividad y la emoción genuina, corre el riesgo de quedarse como una empresa más del montón. Algunos críticos, como los del canal The Take, señalan que la compañía ha sustituido la autenticidad emocional por cálculos corporativos. Lo mismo analiza el video-ensayo de Accented Cinema, donde se argumenta que Disney ha perdido su capacidad de sorprender al priorizar la corrección política sobre la innovación.
Como público joven que creció con sus películas, duele ver cómo se apaga su brillo. Ojalá algún día Disney vuelva a recordarnos por qué alguna vez nos hizo creer en la magia y logre reconciliarse con los cambios sociales sin perder su esencia creativa. Mientras tanto, solo queda esperar que, entre tanto contenido y estrategias de mercado, vuelva a surgir la chispa que alguna vez convirtió cada historia en un evento verdaderamente especial.
